GR11en11 por Toño Laguarta
Nunca suelo soltar ningún ladrillo explicativo por internet (facebook, etc), pero creo que tras lo que hemos conseguido, merece la pena contar lo que he vivido estos meses y sobretodo estos últimos 11 días del GR11en11.
Hemos sufrido, y mucho, hemos llorado, pero sobretodo, no hemos dejado de gozar en cada paso que hemos dado en este proyecto.
Ningún año creo que me encontraré tan fuerte con respecto a mis capacidades físicas como este año, tanto, que creo que me estaba quemando físicamente. Pero bueno, un esguince en Julio, una caída en bici en Agosto y una faringitis, ayudaron al descanso antes del proyecto.
Primer paso corriendo en el cabo de Creus, tantas veces imaginado, piensas en todo y todos, pero sobretodo, en el porqué del proyecto. Percibo que esto no se va a correr igual que cualquier carrera, noto que el corazón y la cabeza van a ser primordiales durante los siguientes 11 días. Sentimientos muy a flor de piel y con los ojos enrasados nos deseamos suerte entre el equipo de apoyo.
Humedad y calor, esto describe la primera etapa, más de 5kilos perdidos explican todo. En cualquier carrera de ultradistancia si pierdes más de un 3% de tu peso estaríamos eliminados, todos perdemos más del 4%. Pero aún con todo los cuatro acabamos y ya en el hotel de La Jonquera, comienzan de nuevo las bromas típicas de grupo. En la cabeza surgen bastantes dudas por la dureza de la etapa que se supone que es de las más light. ¿Cómo serán pues las del Pirineo?.
Segundo madrugón, este es serio, "Hola cuerpo, levántate y corre". Y si que corrió, otros casi 80 km por la Garrotxa Catalana. Vuelve a ser un día muy duro pero esta vez porque aparece nuestra compañera de viaje en los próximos días, la lluvia. El final de etapa se hace muy duro a pesar de disfrutar de los paisajes de sierra muy parecidos a los de nuestra amada Sierra de Guara. Un detalle inesperado de última hora, ingesta de carne con piñones, NOOOOOO!!!, soy super alérgico, tanto que lo noto al instante y me pinchan un Urbason, primer revés inesperado y primer no pasa nada.
En el tercer y cuarto día llegamos por fin al Pirineo, lo notamos, nos movemos mucho mejor por los senderos y no por la pistas infumables de los primeros días. La lluvia nos acompaña durante casi toda la jornada, se hace muy duro, pero por lo menos no hace frío. Pasamos por la olla de Nuria y nos vamos aproximando a Andorra, un buen estímulo, parece que es la primera meta. Pero durante estas dos etapas me empieza a doler muchísimo el tendón del tibial anterior, en cada paso lo noto y por la mañana mucho más. Llegaba a cada avituallamiento que montaban nuestras chicas muy cojo. Hubo un par en los que estuve a punto de abandonar, pero Violeta y Jani me calmaban el dolor con crema y me hacían un vendaje compresivo en la zona con el que podía llegar hasta el siguiente punto de apoyo logístico. En todo momento noto el apoyo de mis compañeros, están pendientes de mi, y en todo momento siento la fuerza de todos los que están apoyando el proyecto, lo cual te hace continuar.
El día de Andorra comienza el infierno. Nos cae encima lo que no está escrito, por suerte no va acompañada de carga eléctrica (por mirar un punto positivo) pero si tengo la sensación que si a 2500 metros y con lo que está cayendo, nos hacemos un esguince, allí no viene ni dios, así que no sé qué hubiera pasado. Paramos 3 minutos a comernos un bocata y los cuatro temblábamos de frío.
Entramos en Andorra, Javi y miguel Ángel comienzan a tener problemas físicos. A Javi también le molesta mucho el tibial y Miguel Ángel lleva los pies destrozados. Llevamos mucho retraso por la lluvia y el proyecto se nos está yendo en el cuarto día, nos estamos arrastrando para que esto siga adelante, así que decidimos separarnos. Óscar y yo tiramos hacia delante para intentar ese día llegar hasta el refugio de Compedrosa. Sin duda, uno de los peores momento de la travesía, dividir el grupo entre lágrimas de los cuatro . Pero toca ir a por todas, a por el proyecto, se nos ponen las orejas en punta y nos ponemos como locos a tirar a tope para poder llegar a Comapedrosa. Casi lo conseguimos, fue increíble nunca lo olvidaré, después de 250 km lo dimos todo y llegamos a los pies del refugio, a Arinsal. Mi tibial me va a explotar, corro con la pierna totalmente en rotación externa, el pie mirando hacia afuera. Ya en el hotel, estoy totalmente mareado, no descanso y tengo muchas pesadillas como los días de atrás. Estoy despierto y cada movimiento que hay alrededor mio se me dibuja una línea como si dejara un destello, hasta que siento que realmente estoy mareadísimo, sin duda, estoy medio delirando.
A la mañana siguiente decidimos madrugar aún más para recuperar el tramito perdido y comenzamos a las cinco y media de la mañana. No puedo más, mi tibial dice basta, me duele a rabiar, arrastro el pie, no se calienta y estoy retrasando a mis compañeros. Decido bajarme a Arinsal y no seguir corriendo, no puedo más. En ese momento pensé que era el tibial, pero ahora fríamente pienso que mi cabeza ya no podía luchar más con ese dolor, se canso. Aquí viene el momento que más orgulloso estoy, el haber sabido abandonar y tras llorar durante 20 segundos, decirme que no, que lo que tenía que hacer era curarme y estar en el siguiente avituallamiento por si pinchaban alguno de mis compañeros. Lección aprendida en parte en conversaciones con Javi y Miguel Angel. Me uno a mitad etapa descansando unas horas por la mañana, el cuerpo lo agradece, se recarga. Disfrutamos de unos pueblos idílicos por el Pirineo de Lleida, y por fin llegamos a Espot. Etapa salvada.
Esto ya me suena. Comenzamos el día más duro, hoy llegamos a Benasque y se nota, menudo estímulo, nuestras montañas. No podemos disfrutar más corriendo por el parque de Aigüestortes, pero todo lo que tiene de bonito, lo tiene de técnico, no avanzamos kilómetros y no es que vayamos despacio, pero el terreno de granito empieza a machacar nuestros cuádriceps. Bajamos a la Restanca por bloques de granito y mi cuádriceps derecho revienta. Seguimos corriendo, no nos queda otra, incluso subimos muy fuerte hasta el último collado antes de la frontera con la provincia de Huesca. Sé lo que nos queda hasta la frontera con Huesca, otra vez, mil metros de bajada técnica. "-no puedo más Plasín, tira tú. –Que no, que te espero.-Que tires tío, voy tocao y tú puedes llegar a Benasque" se le enrasaron los ojos, le di el walkie y se echó a correr. Todavía no lo entiendo como Óscar pudo acabar esa etapa, hay ultras menos duras en el Pirineo, y él la hizo en 15 horas. Allí, junto a Pepe Lorente se llevó el gato al agua.
Menos mal que estuvieron Pepe, Gerardo, y los compañeros de carreras de Peña Guara, si no , esto no sale hacia delante. No contemplábamos la posibilidad de que ninguno de los cuatro hiciera ningún tramo solo, y su compañía nos ayudo a que los otros tres descansáramos y pudiéramos acompañar al proyecto hacia delante.
Seis de la mañana a pie del paredón del collado de Añisclo, comenzamos a subir de noche con el respeto que se merece este desnivel de 1500 metros, poco a poco y sin darnos cuenta llegamos al collado. Todavía quedan fuerzas, el cuerpo y la mente son increíble. WOW!! Se ve Ordesa y GUARA, esto es casa. Aunque todo se acabara aquí, la sensación ya es de victoria. Bajamos muy despacio hasta Goriz, donde nos espera una buena sorpresa, una trenza de Almúdevar que nos había dejado Antonio Gros el día de antes. Qué pedazo de almuerzo con los refugieros, que buen rollo. Poco a poco hasta el puente de los Navarros, que nunca llega, y el avituallamiento deseado, cada vez hay más gente, más familia y más amigos, a parte de nuestras fieles asistentes que llevan desde el minuto uno. Plato combinado en Bujaruelo y relevo con Javi, venga!! las buenas sensaciones han vuelto. Llegada a Sallent, visita de unas cien personas, que locura, y todo esto es por nosotros, es imposible sentirse tan querido. Me encantaría quedarme con todos ellos, son mi vida y no da tiempo para más. Sí, Carlos mister, vamos a descansar. Se nos llevan en furgo, como a los toreros al hotel, jajjajajajaa. Una buena sorpresa ya por la mañana, somos de nuevo portada del periódico Altoaragón, hasta estímulo para seguir llevando el proyecto hasta Hondarribia.
Parece que se va viendo la luz. Mimamos a Oscar todo lo que podemos ya que es el único que está aguantando todo, aunque en alguna cuesta parece que es él el que va fresco. Vamos pasando por terreno muy conocido. Me uno en Candanchú para hacer por tercera vez en tres meses el tramo de Candanchú a Isaba. Vamos pasando por Pirineo oscense, se corre de otra manera y más cuando en el avituallamiento nos espera un guiso de ternera de la mami de Miguel Angel. Dos platos y buen postre nos hacen salir con el freno de mano echado, se están convirtiendo en un hábito las lifaras al mediodía.
En Zuriza nos espera nuestro primer ángel de la guarda, Ramón de Isaba. Nos acompaña hasta Isaba y nos informa de que en el pueblo hay bastante gente esperándonos. A dos kilómetros se unen una decena de niños que corren con nosotros, vaya momentazo, vamos entrando al pueblo, hay gente en las calles aplaudiéndonos, seguido llegamos al paseo donde nos reciben con una gran ovación y con un trozo de queso para cada uno. Por la noche, Ramón, su madre y sus amigos, nos tenían preparada una cena que estaba de muerte, su hospitalidad no puede ser mejor. Les estaremos eternamente agradecidos por el oasis que encontramos en el camino.
Al día siguiente comenzamos la penúltima etapa con el gran Mikel, otro friki más del mundo de las carreras de montaña. Nos hace de guía hasta Ochagavia y menos mal porque la salida de Isaba nos hubiera costado un poco. Estamos muy cansados, pero ya se ve el final y eso nos estimula. En nuestro horizonte no se ven más montañas, no nos lo creemos, incluso creemos ver el mar, por supuesto no era, nos confirman desde el apoyo. Etapa algo rara por el trazado del GR, da alguna vuelta innnecesaria y eso mina la cabeza. Acaban la etapa en el precioso enclave del refugio de Sorogain. Yo me guardo en últimos kilómetros por miedo al día de mañana de 83 kilómetros.
Último día que va a sonar el despertador a las cinco de la mañana. Esta rutina ha sido muy dura, para mi, quizás el peor momento del día. Mientras te preparas, tu cuerpo dice no en todo momento, tu mente le tiene que vencer y convencer a tu cuerpo de que le toca otra kilometrada. Al final gana la mente.
Menuda paliza, esto no llega, kilometro 40 y sabes que te quedan cerca de 50 más, no quiero pensarlo, mientras pueda correr, vamos para adelante. Seguimos con pinchazos en el tibial, con dolor insoportable en cuádriceps, pero da igual, es el último día y llegamos al cabo de Híguer aunque sea arrastrándonos. Y así fue, cuando quedaban 20 km, Oscar me empieza a decir que estoy blanco, creo q es broma por todo lo que le he tomado el pelo yo, pero no, realmente me empiezo a encontrar raro. Empiezo a emocionarme mucho, empiezo a pensar mucho en mi hermana que ya no está, hago muchos kilómetros llorando, lo cual hace que mi cuerpo reaccione con vómitos y diarrea. Javi y yo, vamos más retrasados y de repente veo en el horizonte un faro, no puede ser otro más que el de HIguer, nos fundimos en un abrazo fraternal con Javi entre lágrimas, estas de satisfacción. Comienza el periplo hasta el cabo. Nos quedan 8 kilometros y aparece Miguel y Mikel, el padre de Leire, otros dos ángeles de la guarda que bien nos merecíamos. Me quedo sin fuerzas y empiezo a defecar en la vía pública, vamos que me voy por la patilla para abajo en cualquier lado. 500 metros para el cabo y no puedo, voy agarrado de Mikel, el padre de Leire con los ojos cerrados al borde del desmayo, pido un coche. Miguel esta acojonado, me rindo, no puedo más, pero no, entre mis compañeros y yo, sacamos las últimas fuerzas y tiramos para adelante. 200 metros y tengo que volver a cagar, no me lo creo, estoy escuchando el bullicio de la gente y no puedo, suerte que es de noche, hay una curva y no me ven.
En la llegada se juntaron un centenar de personas esperándonos y no aguanto ni 10 segundos. Tuvo que ser increíble estar allí, a mi, se me llevan a la habitación del apartamento y me ponen un gotero, que guay, la celebración que había soñado durante seis meses. Con lo que me gustan las celebraciones y me pierdo la que más merezco. Escucho los cánticos de campeones, campeones desde la cama, alucinante.
El proyecto ha llegado a su fin, siento un vacío, no tengo que correr, ni entrenar, ni ir a ningún lado a presentar el proyecto. Noto que este vacío se está llenando de satisfacción. Cada día que pase seremos más consciente de lo que hemos conseguido el equipo de GR11en11 y todos los que nos han apoyado. La victoria es de todos.
Por último quiero dedicar el proyecto a Violeta, Jani y a Cris.
Quiero agradecer a todo el mundo que ha estado a mi lado antes, durante y después del GR, simplemente sois todos los que formáis parte de mi vida. Familia y amigos os habéis portado de diez. Es imposible tener más apoyo de todos vosotros y es imposible haberlo hecho mejor.
Os quiero.